Ve un muro gris cercano. Es el edificio de enfrente, la embajada del Perú.
La mirada del jedi traspasa las cosas. El jedi mira a través del edificio, y ve la mañana esparciéndose sobre las praderas del rift, más allá de su ciudad.
Sigue mirando y bajo la curva del horizonte, ve las tenues nubes altas, allí en el límite de la atmósfera.
Aún mirando, se permite atisbar las lejanas estrellas, las galaxias, los cúmulos de galaxias que hay detrás de la representación diplomática.
La solidez de los cimientos enterrados en un planeta a la deriva no lo convence. Mira al cielo con vértigo, como si temiera de pronto un corte en el vital suministro de gravedad del universo.
Luego de un segundo o dos, el Jedi se calma y sonríe divertido. La pared enfrente vuelve a su solidez habitual.
El jedi agradece entonces los múltiples beneficios de la diplomacia.
2 comentarios:
nunca vi un jedi por honduras...
la prox mas atento..
vas al bar de Pablo`s ¿
paso seguido
si lees algo de loqe uesta escrito me tiras ? unas lineas ?
solo para escuchar opinion
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