El Jedi se somete a un examen médico.
Le toman radiografías de tórax, cráneo, etc.
Le dan un sobre con todas las placas, para que lo lleve a su médico, quien no pertence a la hermandad.
Esa noche, en su casa, el Jedi examina esas fotografías en negativo del interior de su cuerpo. Se alarma: Ahí hay un problema. Las radiografías muestran todo tipo de maravillas tecnológicas. ¡La gente común aún no está preparada para conocer esos secretos!
Allí se ve el esqueleto, finísimas piezas de tejido orgánico endurecidas con un mineral liviano, un prodigio de resistencia, diseño y levedad. Cada hueso está exquisitamente torneado con precisión micrométrica y un gusto artístico desarrollado y refinado durante millones de años. Encajan unos con otros a través de una serie de uniones autolubricadas calculadas con fórmulas matemáticas aún no descubiertas por las civilizaciones más avanzadas de la galaxia. Allí radica el secreto de esos saltos y piruetas que puede realizar en el combate. Como si semejante exposición aún no fuera suficiente, se ven en las placas del cráneo el alojamiento del cerebro computador y su sistema visual, así como los canales de cableado orgánico que unen los receptores con el centro de interpretación. La Fuerza es detectada allí y desde allí se amplifica por las terminales cableadas a todo el resto del cuerpo. Cualquiera que mire esto se dará cuenta inmediatamente que el Jedi no tiene el cuerpo de una persona normal, sino que el mismo es el producto de un cuidadoso programa de mejoras desarrollado a lo largo de miles de millones de años. Ahí está la prueba...
- No te preocupes – le dice su viejo maestro – Nada notarán. Percibir nuestro secreto la gente normal no puede.
El Jedi lleva las radiografías a su médico.
El profesional las examina con cuidado. Se detiene en cada una de ellas, toma medidas sin emitir palabra alguna.
- Bueno amigo, no tiene nada de qué preocuparse. Ud. está perfectamente bien. - dice de pronto, quiténdose los anteojos.
El Jedi lo mira con un recelo fugaz.
- Entonces...?
- Perfectamente normal. Vaya tranquilo.
Y el Jedi se vuelve a su casa, sonriendo.
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