viernes, 26 de noviembre de 2004

La enseñanza del combate perdido

La práctica del Jedi tiene mucho combate.
Hay victorias y derrotas por igual.
Cada vez que un adversario nos derrota, nos hace un obsequio.
Es un regalo invisible para el resto de la gente. Es una caja envuelta en seda de color verde.
Contiene todas las enseñanzas que el vencedor nos ha brindado: en qúe nos superó, qué secretas llaves y trucos ha utilizado para ganarnos y qué técnicas nos ha mostrado sin querer.
Si el Jedi se retira del cuadrilátero pensando, como los tontos, que perdió porque "no estaba en su mejor momento", la soberbia le impide ver el regalo.
Allí queda en el piso, desvaneciéndose el paquete verde.
Pero hay Jedis que aceptan con humildad que han perdido por la causa natural y común de que el rival combatió mejor.
Es difícil ver las cosas así, naturalmente: Aceptar que el otro puede ser mejor que uno, o simplemente que ha combatido mejor.
El Jedi que así piensa, con simpleza y humildad, entonces puede ver el regalo verde.
Y se lo lleva contento a su casa.

Para derrotar al enemigo

Para ganarle la batalla a tu enemigo, debés permitir que la pueda perder.

Para lograr que tu enemigo se retire, asegurate de dejarle una puerta abierta.

Cuando menos tenga para perder, más peligroso se volverá tu enemigo.

La fiera encerrada no huye, pelea hasta morir.

Para ganar al batalla por la colina, aparentá pretender el valle.

A veces, ganar una batalla significa hacerle creer al enemigo que la victoria es suya.

jueves, 25 de noviembre de 2004

Orden Pangaláctica Urgente!

Atención Jedis de todos los rangos, linajes y procedencias:
Se los convoca urgentemente para que acudan los antes posible al cine más cercano a su planeta, nave o estación espacial para ver la película "Primavera, verano, otoño, invierno y primavera otra vez"
La presente debe tomarse como una orden de alta prioridad.
Que la disfruten.
Saludos.

martes, 16 de noviembre de 2004

El vino Jedi

El Jedi es parecido a una botella.
Se llena con lo vivido y lo aprendido.
El Jedi elige qué cosas enriquecerán el vino interior.
Hay vivencias y pensamientos que pueden envenenarlo.
Si tarde se da cuenta el Jedi del veneno consumido, vomita el vino arruinado.
Vacía el alma.
Y vuelve a empezar.

Si te preocupa tu coeficiente intelectual

La inteligencia es capacidad, pero la sabiduría es el contenido.
La sed se calma mejor con una pequeña botella de buen vino antes que con un gigantesco tanque vacío.

jueves, 4 de noviembre de 2004

El examen médico del Jedi

El Jedi se somete a un examen médico.
Le toman radiografías de tórax, cráneo, etc.
Le dan un sobre con todas las placas, para que lo lleve a su médico, quien no pertence a la hermandad.
Esa noche, en su casa, el Jedi examina esas fotografías en negativo del interior de su cuerpo. Se alarma: Ahí hay un problema. Las radiografías muestran todo tipo de maravillas tecnológicas. ¡La gente común aún no está preparada para conocer esos secretos!
Allí se ve el esqueleto, finísimas piezas de tejido orgánico endurecidas con un mineral liviano, un prodigio de resistencia, diseño y levedad. Cada hueso está exquisitamente torneado con precisión micrométrica y un gusto artístico desarrollado y refinado durante millones de años. Encajan unos con otros a través de una serie de uniones autolubricadas calculadas con fórmulas matemáticas aún no descubiertas por las civilizaciones más avanzadas de la galaxia. Allí radica el secreto de esos saltos y piruetas que puede realizar en el combate. Como si semejante exposición aún no fuera suficiente, se ven en las placas del cráneo el alojamiento del cerebro computador y su sistema visual, así como los canales de cableado orgánico que unen los receptores con el centro de interpretación. La Fuerza es detectada allí y desde allí se amplifica por las terminales cableadas a todo el resto del cuerpo. Cualquiera que mire esto se dará cuenta inmediatamente que el Jedi no tiene el cuerpo de una persona normal, sino que el mismo es el producto de un cuidadoso programa de mejoras desarrollado a lo largo de miles de millones de años. Ahí está la prueba...
- No te preocupes – le dice su viejo maestro – Nada notarán. Percibir nuestro secreto la gente normal no puede.
El Jedi lleva las radiografías a su médico.
El profesional las examina con cuidado. Se detiene en cada una de ellas, toma medidas sin emitir palabra alguna.
- Bueno amigo, no tiene nada de qué preocuparse. Ud. está perfectamente bien. - dice de pronto, quiténdose los anteojos.
El Jedi lo mira con un recelo fugaz.
- Entonces...?
- Perfectamente normal. Vaya tranquilo.
Y el Jedi se vuelve a su casa, sonriendo.