lunes, 6 de febrero de 2006

Drogas

El Jedi es libre.
No padece ninguna adicción.
No alimenta al capitalismo imperial con su salud.

La droga es el modo de vida de empresarios, fabricantes, aduaneros, policías, jueces, políticos, vendedores y toda clase de cerdos exterminables.
Hay una cadena de seres oscuros, ambiciosos, gordos e inescrupulosos que colgados de ella se alimentan de los niños de la galaxia.
El sable de luz ha sido diseñado para cortar cadenas.
¡Úsalo!

Un Jedi fabrica su propia droga.
Dispone del mejor laboratorio del universo: Su cerebro.
Cuenta con la mejor receta: El entrenamiento.
Y usa la mejor técnica: La disciplina.
Cuando el jedi quiere sentir euforia, la siente.
Cuando el jedi quiere permanecer despierto, lo hace.
Cuando quiere distraerse, se distrae.
El Jedi es el comandante absoluto de sus emociones.
¡Entrénate!

El templo supremo del Jedi no se encuentra en Coruscant ni en Dantooine.
El mayor templo, el más sagrado y reverenciado templo del jedi es su propio cuerpo.
Un Jedi que no es capaz de defender su templo contra las drogas imperiales no es digno de su investidura.
Si no defiendes tu casa, ¿cómo podrías defender las otras?

Un pobre esclavo consumidor tipo 1-A puede permanecer bailando en una Creamfield mientras le dure el efecto de las pastillas. Puede llegar a estar 48 horas sacudiéndose.
Un jedi puede permanecer bailando durante varios días, hasta que se le canten las ganas de parar. Pero generalemente esto pasa en unos pocos minutos, momento en que se retira a buscar diversiones más placenteras e interesantes.

Un escarabajo coruscano de cocina vive de comer alimentos descompuestos.
Hay otros que se alimentan de mierda.
Si pudieran hacerlo, también ellos asegurarían que no hay nada mejor.

El padawan probó la droga "por interés científico".
El maestro aplaudió su curiosidad.
Le preguntó si no tenía también curiosidad por cómo se sentía ser violado simultáneamente por los 8 jardineros del templo y sus herramientas.
No le dio tiempo a responder y llamó a los jardineros.
La curiosidad no tiene paciencia.
No hay que hacerla esperar.

Mira a los drogadictos que te rodean... no escuches sus palabras, solo contémplalos.
Mira sus vidas. Mira su actitud.
Mira sus afectos, sus hábitos.
Mira sus cuerpos y sus rostros.
¿Ves dentro de ellos?
Si ellos quieren, debes ayudarlos.
Si no, aléjate en busca de quienes necesitan y quieren tu ayuda: Hay millones.