sábado, 18 de agosto de 2007

Sobre el eterno retorno

Los habitantes del continente sur de Jumarix X tienen una palabra para la persona que permanece fuera de su esencia: kon’au. Podría traducirse como “desarraigado de alma”

Una persona construye un camino, pero el camino ya existe.

Cuanto más fuerte es la elección que se deja atrás, más profunda es su marca.

A veces, las personas se encuentran viviendo fuera de su propia huella.

Se puede reconocer al kon’au por su mirada, su inquietud, o por la absoluta falta de armonía con el entorno. La forma errónea y poco natural de la vida que lleva resulta evidente para el observador diestro.

El kon’au es un estado muy común, pero temporal.

Tarde o temprano, el kon’au retorna a su senda.

Esta fidelidad que la gente profesa con su propio destino resulta a veces decepcionante: el borracho recuperado, luego de un par de años de abstinencia, vuelve a beber. La mujer golpeada que abandona a su mal marido, encuentra otro que la maltrate. Y así.

A veces, por el contrario, nos alegra el retorno del alma descarriada a su propia esencia. El amigo querido, luego de años de perseguir el bienestar material, vuelve a entrenarse en la luz. El hijo viajero retorna a su pueblo natal para poner una heladería.

Un jedi debe entrenarse para detectar el kon’au, tanto el ajeno como el propio.

Si el jedi decide ayudar a un drogadicto recuperado, debe estar atento…para no decepcionarse si el amigo recae.

El problema no es la droga, el problema es el camino.

El ladrón que deja el delito. ¿Es kon’au ahora, o lo era antes, mientras robaba?

¿Cómo distinguir?

Entrénate para reconocer el kon’au. Busca un emigrado de su tierra.

Eso es kon’au en estado puro.