martes, 8 de agosto de 2006

Un Jedi, de compras

El jedi se va de compras.
En el negocio de artículos de limpieza hay ofertas. Atienden tres personas. Hay mucha gente esperando para comprar. Hay desorden, calor y maltrato.
Ahí viene una de las dueñas del local.
“Ay, disculpe el caos ¡Ya no doy más! ¡Ayer cerramos a las 11 de la noche!” – dice desaforada, como disculpando la espera o la mala atención.
El Jedi se indigna.
-Señora. El horario excesivo que usted dedique a sus negocios es su exclusivo problema. Deme un AXE seco, por favor.
El Jedi termina la compra y se va a la verdulería. Se coloca en la fila de espera.
Entre el público, aparece una señora, vestida con delantal...
- Disculpen, disculpen... por favor, Amalia – se dirige a la verdulera – no me das un kilo de zanahorias?
- Señora, por favor respete la fila – dice el Jedi.
- Es que estoy atendiendo el negocio de enfrente! – contesta la dama, encocorada.
- Pues ese es su problema: pretender continuar ganando dinero a expensas de mi tiempo y de la paciencia de las diferentes formas de vida que estamos esperando nuestro turno de comprar. Lo siento, vuelva más tarde.
El jedi ingresa más tarde al maxikiosko: Cuando están a punto de venderle una tijera, un señor se impacienta y dice:
- Disculpe, no me vendería un Marlboro? Tengo que irme al consultorio...
- Pues yo tengo que ir a ver los Simpsons... y también se me hace tarde. – dice el jedi, con una sonrisa.
- Pero yo...
- Usted tiene que ir a ganar dinero. Yo a divertirme. Prioridades, estimado. Prioridades.
El Jedi paga su tijera y se retira, oyendo crecer en su interior la indignación.
A la tarde, el jedi se va a tender la ropa a la azotea. Lleva con él un transceptor de banda familiar. Utiliza la radio para comunicarse con otros jedis e intercambiar saludos, chistes o especulaciones meteorológicas.
Ya tendida la ropa, enciende el transceptor y comienza a llamar a sus conocidos, cuando una voz irrumpe en el parlante
- A ver si dejan esta frecuencia, señores, que acá estamos trabajando! – dice una voz que la ecualización no logra enmascarar del todo: es el planillero de la remisería de enfrente.
El jedi no puede creer el tupé, la audacia, del intruso que ignora la constelación de consecuencias, la mayor parte dolorosas y fatales, de su impropia irrupción. Un segundo después se calma, y logra modular:
- Pues nosotros estamos divirtiéndonos gratuitamente, lo cual nos da derecho a utilizar esta frecuencia gratuita. Si vos, salamín con pelos, querés usarla para lucrar, sacate una licencia de VHF, ¡pelandrún!
El Jedi se amonesta por la ira que dejó fluir sin demasiado control, pero se consuela con la belleza del vocablo elegido.
Sonríe.
Baja a su casa, se acuesta mirando el techo estrellado de la habitación... y sueña con su galaxia natal, tan distante, tan lejana.

2 comentarios:

Ulschmidt dijo...

Paciencia. Que la Fuerza ayude con la insoportable levedad del ser.

La Mejor Forma de Equivocarnos dijo...

sos "bueno" che jedi culiado. todavia no dormi y me estoy cagando de risa. oh, lenguaje soez. si queres checa mi blog, aunque supongo que es mucho menos divertido. ah... y ya hay gente que quiere seguir tus no-dogmas... felicitaciones! sigue asi!