miércoles, 14 de febrero de 2007

"La padawan, de bancos" Por Maria Cristina Rolnik

La aprendiz de jedi se cubre los cabellos con la capucha correspondiente, y sale de su cueva. Va a pagar los impuestos para que la permitan existir como terrícola y no la expulsen hacia el planeta Veraz.
Elije cualquier banco, usando los métodos aprendidos: el mas cercano, el de nombre mas ridículo, el de paredes pintadas, el del mendigo que no pide limosna si no cigarrillos o el que este abierto a las 14.59.
El guardián del palacio esta allí por supuesto. Estos vigilantes sonríen más que los de las calles. Y además sus dientes son tan blancos, parecen colmillos nunca usados. Bueno decía que la aprendiza agacha la cabeza y hace la cola. A los 20 minutos de leer “Lolita”, siente un murmullo y OH, el vigilante divide la cola preguntando- ordenando: es jubilado, quédese en la cola, no es jubilado haga otra cola. Cola es fila se entiende. Lo que no se entiende es por que pregunta al joven con piercings varios y acne floreciente, si es jubilado. La aprendiz de jedi responde no, casi indignada (es mujer después de todo y la edad espina, que plutones) y se dirige a la fila de productivos. La otra cola es mas bella, piensa y se hipnotiza con el abanico de la señora segunda, primera fila.
Llega su turno.
Señorita tras las rejas de vidrio: “solo puede pagar 3 impuestos”, dice. El pecho de la cuasi jedi se infla y se desinfla, nunca aprenderá las normas terrestres. La fuerza la acompaña y la ilumina: “si hago la cola de nuevo puedo pagar los otros dos impuestos”
Señorita banquera se despierta y confundida dice que sí. No entiende que la aprendiz quiera volver a empezar la fila. La padawan vuelve al final muy feliz. Tiene su libro, a la fila de los jubilados al lado y toda la paciencia, que se sabe, aumenta el aura de los aprendices.

María Cristina Rolnik

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